
Lo vi en lo alto de un árbol, como en las caricaturas. Como siempre lo primero que paso por mi mente fue fotografiarlo...

Casi no podía verlo, la rama era gorda y apenas dejaba ver su carita asomada y temerosa, yo emocionada y él sin moverse...

De pronto se arrastró aferrado a lo largo de la rama, se veía muy perturbado, no cerraba el hocico y parecía desorientado, apenas podía respirar...

Empezó a tambalearse, no sabía qué hacer... ni él ni yo.

Sus garritas parecían no ser lo suficientemente fuertes para sujetarse a la rama, pero lo intentaba mucho... ese instinto de supervivencia que nunca nos abandona...

y cayó... muy rápido...

muy fuerte.
Y se quedó ahí, convulsionando... sin pararse. De pronto el escenario se había tornado triste y no podía evitar llorar.
Y mi cámara... mi cámara dejó de hacer fotos.